«ORI», dibujos de Julio Álvarez | Junio 2024

La Secretaría de Cultura de Veracruz presentó la exposición Ori, dibujos de Julio Álvarez, en el Jardín de las Esculturas. La colección se inauguraró el pasado sábado 8 de junio en la Sala Bromelia del recinto más verde de la SECVER.

Los 9 dibujos de mediano y gran formato que conforman Ori son el resultado de una búsqueda de relaciones entre la representación figurativa contemporánea y la representación simbólica de la lluvia propia de los pueblos originarios que se establecieron en la región de Veracruz. Su autor retoma a la lluvia, elemento de enorme trascendencia en la historia de la humanidad, como uno de los temas centrales de sus piezas. En ellas explora la fuerza de dicho fenómeno, indomable, proveedor y visualmente poderoso, que a distintos tiempos se ha asociado a la tristeza, la melancolía, la furia, la vida y la muerte.

Julio Álvarez es artista visual, especializado en dibujo. Inspirándose en las civilizaciones del México prehispánico, su propuesta artística se orienta a la vinculación del presente y el pasado a través de la identidad visual contemporánea. Este proyecto fue realizado con apoyo del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico (PECDA Veracruz) 2023 y en él explora las posibilidades del carbón sobre papel de algodón. Mediante el autorretrato, su obra busca apropiarse de los valores plásticos de la representación mesoamericana y combinarlos con las experiencias y emociones comunes al trauma psicológico.

Ori de Julio Álvarez muestra dibujos que tienden hacia la verticalidad en su formato alargado y hacia la horizontalidad al colocar las piezas en conjuntos que funcionan como ventanas-pantallas de una misma escena. Junto con este montaje espacial que guarda referencia a las obras en el campo expandido, los dibujos, elementos de una instalación, funcionan como solapamiento de tiempos.

Es preciso un paréntesis: Los dibujos con yuxtaposición de tiempos son semejantes a los mitos. Un mito es un relato que posee una estructura dialéctica sobre la que se imponen significantes con significados múltiples. Narran los orígenes, pero no son originales. El parentesco entre la estructura mítica y el dibujo se debe a la posibilidad de solapar tiempos y espacios, y obtener una visión prospectiva. Por ejemplo, el diagrama de Harold Fisk en el que se sobreponen las rutas y cauces del río Mississipi desde el paleolítico a la actualidad, muestran como los afluentes curvos del paleolítico tienden lentamente a líneas cada vez más rectas, y sin embargo, tanto en el mito como en el dibujo científico, la respuesta prospectiva es oracular, los meandros (los cauces curvos) actuales, aún escapan a dicha tendencia, pero permiten advertir sobre los riesgos de modificar el cauce con el fin de imponer actividades agrícolas y urbanas en el terreno.

Los dibujos de Julio Álvarez son diagramas sobre los cuerpos de agua y guardan una relación temática y formal con los mitos (griegos y náhuatl). El mito griego de la existencia técnica del dibujo incorpora siempre: superficie, pigmento, aglutinante, con su hermano gemelo el diluyente, y la herramienta. En este mito la doncella traza la silueta de su prometido, un soldado, la noche previa a que se marche a la guerra. Podemos imaginar una versión del mito en el que el carbón (el pigmento-extensión) usado por la doncella fue extraído de la hoguera cuyo fuego proyectaba la silueta del amado, y en el que las lágrimas de la doncella contribuyeron como el diluyente que modificó la plasticidad. 

En esta versión del mito, la lágrima y el carbón influyen ontogénicamente con lo que los teóricos han llamado el ductus: dirección, cantidad y ritmo de los trazos.

Las lágrimas, junto con otras secreciones humanas, han acompañado siempre la conformación de las imágenes a nivel técnico y representativo. Ya como el mejor lubricante, o como humedad que expande la superficie del papel . Así como existen los sudarios, existen los lacrimarios y los lacrimatorios (contenedores de lágrimas).

Bajo estas elucubraciones, en un juego de equívocos (voces equidistantes, convergentes aunque disonantes), Julio Álvarez parece pertenecer a lo que Federico Campagna y Franco Bifo Berardi han llamado Cultura profética: Una legión capaz de actualizar los mitos y signarlos sobre los materiales que les dieron forma, estos jóvenes profetas invocan la lluvia a través del llanto, experimentadores de lo que el cuerpo puede, y de lo que el dibujo puede con el cuerpo, alquimistas de su tristeza, exploradores del desasosiego sobre las ruinas de nuestra cultura. Elaboradores de diagramas que dan cuenta de las relaciones entre la depresión como una disonancia entre conexiones neuronales que inhabilitan comprender el sentido de las prácticas sociales, diseñadores de árboles genealógicos de la evolución convergente de los afectos y los significados sueltos y los espacios indefinidos.

Todas estas líneas de interpretación de los dibujos de Álvarez se cruzan, si bien son sólo guías de lectura que pueden desestimarse, en conjunto, muestran cómo los jóvenes pertenecientes a la cultura profética son capaces de producir nuevos sentidos a través de los lenguajes en ruina. No idealizan, ni romantizan la tristeza, sino la enfrentan y la conjuran, esperando visiones oraculares e imágenes por
venir.

Rodolfo Sousa
Abril, 2024

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